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¿Cuánto consume una vitrocerámica?

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consumo vitrocerámica

¿Sabías que esas brillantes placas de vitrocerámica que ves en todas las cocinas chulas de España son más que un bonito accesorio? Son una auténtica revolución en la cocina, ¡y no solo por su look moderno! 

Ahora, te estarás preguntando: “Oye, ¿y cuánto consume una vitrocerámica de mi bolsillo cada mes?” Pues, estás de suerte.

En este artículo vamos a desgranar lo que consume tu vitrocerámica y cómo eso juega con tu factura de luz. Así que, ¡prepárate para unos consejitos que te van a ayudar a entender mejor esos números y a tomar decisiones más espabiladas!

Definición de una vitrocerámica y sus características

Así que, imagina esto: estás en tu cocina, con hambre y ganas de preparar algo delicioso. ¿Qué haces? ¡Exacto! Te acercas a tu vitrocerámica y te pones manos a la obra. Pero, ¿qué demonios es una vitrocerámica?

Pues bien, mi querido compi, una vitrocerámica es como el James Bond de las cocinas. Es una placa de cocción que utiliza electricidad para generar calor. Pero no cualquier calor, no. Hablamos de un calor que hace que tus alimentos se derritan de placer.

La cosa va así: la vitrocerámica tiene una superficie lisa de vidrio-cerámica que es resistente. Puedes poner tus ollas y sartenes encima sin miedo a que se rompa. Y lo mejor de todo es que, según el tipo de vitrocerámica, puedes calentar o preparar tus manjares de dos maneras:

  • Vitrocerámica de resistencia eléctrica: aquí, las resistencias eléctricas se encuentran escondidas debajo de esa superficie de vidrio-cerámica. Son como ninjas del calor. Aunque a veces pueden ser un poco lentas, como ese amigo que siempre llega tarde a las fiestas, son eficientes y hacen su trabajo. Eso sí, prepárate para un consumo energético un poco más alto.
  • Vitrocerámica de inducción: las cocinas de inducción son como los magos de la cocina. Crean un campo magnético que hace que tus ollas y sartenes se pongan calentitas sin calentar la superficie de la cocina. Es como si dijeran: “¡Oye, olla, tú caliéntate, pero la vitrocerámica se queda fresquita!”. Y lo mejor de todo: son más eficientes en términos de consumo energético. 

¿Cuánto consume una vitrocerámica?

Las vitrocerámicas pueden ser como esos amigos que se toman su tiempo para calentar, pero cuando lo hacen, ¡se ponen a tope! Su consumo eléctrico va de 1.200 a 2.500 W/h. Así que, si tienes una en casa, ¡manéjala con cariño y apágala cuando no la necesites!

¿Cuánto consume una placa vitrocerámica?

¿Sabías que la vitro te puede dar un buen pellizco en la factura de la luz? El consumo medio de estos cacharritos oscila entre 1.200 y 2.500 W/h, lo que se traduce en un gasto de entre 0,15 y 0,30 euritos por hora.

¿Cuánto consume una vitrocerámica en euros?

Para saber lo que te va a costar la vitro al año, solo tienes que hacer una cuenta rápida: coge el consumo de tu vitro, que va de 1.2 a 2.5 kWh, y multiplícalo por el precio del kilovatio y eso lo multiplicas por los días que tiene el año.

Por ejemplo, con un precio de 0.124624 euros por kWh, el gasto anual sería entre 187,92 y 229,32 euros. ¡Así de sencillo!

Cómo influye la vitrocerámica en tu factura de luz

La vitrocerámica tiene más poder que un superhéroe en la factura de luz de tu hogar. Las placas de inducción son como los velociraptores de la cocina: rápidas, eficientes y listas para devorar tus gastos energéticos. 

De hecho, son hasta un 20-30% más eficientes que las vitrocerámicas de resistencia eléctrica o las cocinas a gas tradicionales. Así que, si quieres ahorrar unos eurillos a largo plazo, ¡dale un abrazo a la vitrocerámica de inducción!

  • Consumo mensual estimado: ¿sabías que tu querida vitrocerámica, esa que te ayuda a preparar esos platos que hacen la boca agua, tiene un apetito de unos 45 kWh al mes? Claro, eso es si la tratas bien. Si te pasas de la raya usando sartenes gigantes en fuegos pequeñitos o te emocionas subiendo la temperatura más que un verano en Sevilla, pues… ¡Prepárate para que la factura de la luz te haga sudar más que la paella!
  • Coste anual con tarifa de precio fijo: con una tarifita de esas de precio fijo, te va a salir por un poquito de entre 54,58 € y 113,72 € al año. Que no está nada mal, oye, si piensas en lo chachi que es cocinar en una vitrocerámica y todo lo que te trae: rapidez, limpieza y ese toque moderno a tu cocina. ¡Un chollo, vaya!
  • Coste anual con tarifa con discriminación horaria: ¡echa un vistazo a cómo se mueve el baile de los precios de la luz! Tenemos tres ritmos: el Valle, el Llano y la Punta. Imagínate que la Hora Valle es como esa fiesta tranquila de pijamas, donde todo es más relajado y la electricidad se pone su mejor oferta de zapatillas, costando entre 44,50 € y 92,71 €. Luego, cuando el sol está arriba y todos estamos en el ajetreo, llega la Hora Llano con un precio que no está ni muy arriba ni muy abajo, moviéndose entre 52,28 € y 108,91 €. Y para terminar con un subidón, la Hora Punta es esa hora puntera donde todos quieren su trozo de pastel eléctrico y el precio se dispara a entre 73,92 € y 154 €. ¡Así que ya sabes, organiza tu día y ahorra bailando al ritmo que más te convenga!

Ventajas de usar vitrocerámica

  • Economía y eficiencia: la vitrocerámica es como el amigo que siempre te invita a su casa en lugar de salir a cenar. Es más barata que la inducción, tanto en la compra inicial como en el consumo energético a largo plazo.
  • Limpieza sin dramas: imagina que tu cocina es un escenario de telenovela. La vitrocerámica sería el personaje principal que siempre está impecable. Su superficie lisa y plana no solo le da un aspecto moderno, sino que también hace que limpiarla sea más fácil. Un paño húmedo o una rasqueta especial y ¡voila!, los derrames desaparecen sin drama.
  • Recipientes para todos: la vitrocerámica es como el Tinder de las cocinas: acepta a todos. No importa si tus ollas son de vidrio, cerámica, aluminio o acero inoxidable. ¡Todos son bienvenidos! Así que olvídate de comprar un nuevo juego de ollas solo para impresionar a tu vitrocerámica.
  • Calor residual: después de apagar el fuego, la vitrocerámica sigue repartiendo amor en forma de calor residual. Puedes terminar de cocinar tus alimentos o mantenerlos calentitos sin gastar ni un vatio extra. ¡Es como tener un chef invisible que sigue cocinando por ti!

Consumo de una placa de inducción vs vitrocerámica

¿Vitro o inducción? ¡Esa es la cuestión!”

Las clásicas vitrocerámicas, ¿sabes? Son como el amigo de confianza que siempre está ahí. Calientan con resistencias eléctricas y hacen que tus sartenes se sientan como en una sauna. Consumen entre 1.200 y 2.500 vatios por hora (W/h), según si estás cocinando un festín o solo calentando la pizza del viernes.

En cambio, las cocinas de inducción son las modernillas. Usan magia electromagnética para calentar tus cacharros. ¿La mejor parte? ¡Cero pérdida de calor! Son como el gato ninja de las cocinas: eficientes y precisas. Ah, y su consumo es un 20% a 30% menor que las vitrocerámicas. ¡Ahorro en la factura de la luz, colega!

La solución a tu dilema depende de tus movidas. Si te va el rollo “ahorro a largo plazo”, la inducción es tu compi. Sí, el inicio puede ser un poco más caro, pero luego te hace el guiño en la factura. Y ojo, son más seguras al tacto (no te chamuscas) y fáciles de limpiar (adiós, manchas rebeldes).

Ventajas de usar una placa de inducción

¿Quieres entrar en el siglo XXI con tu cocina? Pues atento a las maravillas de las placas de inducción. Son la caña, y aquí te cuento por qué:

  • Más eficiente en consumo eléctrico: olvídate de gastar un pastizal en la factura de la luz. Estas bellezas son unas máquinas de ahorro, cocinan tus platos favoritos chupando menos electricidad que un smartphone. Y sí, eso también mola por el planeta.
  • Más segura (evita quemaduras): ¿a quién le gustan las quemaduras? A nadie. Pues estas placas son más listas que el hambre y solo se calientan cuando detectan tus cacharros de cocina. Así que puedes decir adiós a los sustos y hola a una cocina más segura.
  • Se calienta el doble de rápido: si tienes prisa y tu estómago ruge como un león, estas placas son tu mejor aliado. Se calientan en un abrir y cerrar de ojos, ¡más rápido que el tiempo que tardas en decir “tengo hambre”!
  • Control preciso de la temperatura: si eres de los que se distrae y acaba con la tortilla hecha carbón, tranqui. Con el control de temperatura de las placas de inducción, tus creaciones culinarias quedarán en su punto, ni crudas ni quemadas, ¡siempre perfectas!

Claves para ahorrar energía mientras cocinas

  • Colocar correctamente ollas y sartenes: coloca tus ollas y sartenes justo en el medio del fogón. Si se te van de paseo, el calor se escapa y tu estómago tendrá que esperar más.
  • Usar recipientes con fondo plano y del mismo tamaño que la placa: usa cazuelas con el culo plano y que casen con el tamaño de la hornilla. Así, el calor se reparte como debe ser, y tus platos estarán listos en un santiamén, ¡ahorra energía!
  • Cocinar con la tapa puesta: Si cocinas tapadito, el calor no se va de fiesta y tus manjares se harán más rápido.
  • Aprovechar el calor residual: dale al off a la cocina un ratito antes de acabar. El calorcillo que queda terminará el trabajo y tu factura de la luz te lo agradecerá.
  • Usar temporizador para el cocinado: ponle un reloj a tus cocciones para que no se pasen y no chupen más luz de la necesaria.
  • Mantener la vitrocerámica limpia: mantén la vitrocerámica brillante. Una cocina limpia es sinónimo de eficiencia y rapidez en los fogones.

Importancia de elegir un sistema eficiente para cocinar

¿Vitrocerámica o inducción? ¡Menudo dilema! La decisión no es solo cuestión de gustos, aquí te traemos la clave para elegir la campeona de tu cocina:

  • Eficiencia energética: Si eres un guerrero ecológico y quieres ahorrar en la factura de la luz, la inducción es tu aliada. Calienta el recipiente a toda velocidad, ¡como un rayo! La vitro, por su parte, también hace un buen trabajo, pero consume un pelín más.
  • Versatilidad: ¿Te gusta experimentar con cacharros de todo tipo? La vitro te da más libertad, porque funciona con casi cualquier cosa. La inducción, en cambio, exige recipientes ferromagnéticos, ¡que no te la den con gato por liebre!
  • Control de temperatura: Si eres un chef de precisión, la inducción te dará un control milimétrico del calor. La vitro también te permite ajustar la temperatura, pero no con tanta exactitud.
  • Seguridad: Los peques correteando por la cocina son un peligro con las vitrocerámicas, ¡se calientan a tope! La inducción, en cambio, solo calienta el recipiente, así que adiós quemaduras.

¿Tu estilo? ¡Ahí entra tu gusto personal! Hay quienes prefieren la sensación tradicional de la vitro, y otros que adoran la innovación y la seguridad de la inducción.

¿Un último consejo? Elige la que mejor se adapte a tu estilo de vida y a tus necesidades. ¡Que tu cocina sea un espacio donde disfrutes creando deliciosas recetas!

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